sábado, 9 de mayo de 2009

Macetas de barro

Cuando salió Alfredo a la calle, el sol aún no había salido, las calles estaban todavía mojadas y el camión de limpieza se retiraba dejando un reguero de agua bajo la huella de sus ruedas. La frutería de la esquina tenía media persiana abierta y se podían distinguir una multitud de olores diferentes mezclados en una exquisita emanación frutal, las cajas de fresones relucían bajo la tenue luz del fluorescente del mostrador plasmando un excelente contraste de colores.

Cruzó la calle, profanando un recién pintado paso de peatones y saludó a su paso al viejo Gerardo que volvía de su turno de vigilante nocturno de la fábrica de colchones. El silencio impregnaba la calle de sosiego, una joven pareja permanecía en un rincón de un portal oscuro regalándose besos y caricias, Alfredo les miró de reojo mostrando una sonrisa de complicidad, no pudiendo evitar recordar todos aquellos soplos de su juventud en el que la pasión llenaba su vida, robaba su sueño y le proporcionaba cada día una nueva razón para luchar.

Siempre hace el mismo trayecto. Desde que se jubiló, todos los días acude al comedor social para repartir las comidas a los indigentes y personas sin recursos, llenando así todo su espacio libre.

Rompe el silencio del lugar silbando una melodía de Nat King Cole. Camina despacio, tranquilo, pensando en las novedades que le traerá el día. Un aroma de café estimula su sentido y descubre con alegría que el bar de Ginés está abierto. Un sonido de cucharitas sobre los platos y el murmullo de pocos clientes le invitan a entrar. Se coloca al final de la barra, pide al camarero un café y empieza a ojear el periódico que estaba en el mostrador.

Un grito interrumpe su lectura. Descubre a una pareja sentada en una mesa al fondo del bar. La mujer está llorando y él la sujeta por el brazo de una forma poco amistosa. Los otros clientes también están observando la escena, pero ninguno se atreve en ese momento a inmiscuirse. Al poco rato, el hombre le da un bofetón tan fuerte que la tira de la silla. La mujer, asustada, intenta levantarse pero el tipo se lo impide. Llegado a este punto, Alfredo se dirige hacia ellos.
- ¿Pero, qué está haciendo usted? Haga el favor de soltar a la chica y no se permita ponerle la mano encima otra vez. Lárguese o llamo a la policía –le suelta con un tono claramente amenazante mientras saca el móvil del bolsillo.
- Oye, viejo. No te metas donde no te llaman o te doy una hostia que te hago saltar la dentadura postiza que llevas –le grita al mismo tiempo que le empuja hacia la barra y le tira el teléfono al suelo.

En ese momento se gira y ve cómo los demás clientes hacen el gesto de abandonar el local. El camarero, que se había ausentado unos minutos en el almacén, se acerca a ellos y les dice que no quiere problemas, que se vayan.

Alfredo se recupera del empujón y tiende la mano a la joven, todavía en el suelo, la ayuda a levantarse y recoge su móvil. No le da tiempo a reaccionar, el tipo que acompañaba a la chica ha sacado una navaja del bolsillo y se la coloca con gran habilidad en el cuello, ocasionando un ligero corte que empieza a sangrar.
- No te muevas, cabrón. Te voy a enseñar lo que le pasa al que se mete dónde no le llaman –se lo dice acercándose al oído, echándole su aliento lleno de ira mezclado con alcohol, sin apartar la navaja de su cuello.
- No me haga daño, por favor. No puede usted tratar así a una mujer –las palabras le salen a tropezones, le tiemblan las piernas y siente miedo.
- ¿Ah, no?, ¿me lo vas a impedir tú, mamón? –le aparta unos instantes el arma del cuello y suelta una carcajada.

Alfredo respira casi aliviado aprovechando esos momentos de tregua para tragar saliva, cuando siente en su costado derecho las entrañas de la hoja afilada de la navaja, su cuerpo se desvanece, pierde la noción del tiempo, recuerda los olores de las frutas , el color de los fresones, el sabor de los besos robados, la melodía de una canción de amor…

Cuando retiraron el cuerpo de Alfredo, el sol ya había salido, las calles rebosaban alegría con todos los balcones iluminados de flores en sus macetas de barro.
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23 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Pobre Alfredo y pobre vida de cobardes.

Precioso y dura relato

Besos

J.E. Alamo dijo...

Alfredo en la ficción y Jesús Neira en al vida real demuestran que quizás haya esperanza para nosotros. Quisiera creer que yo no daría la espalda en una situación así.

milagros dijo...

Precisamente, por lo que le sucedió a Jesús Neira algunas personas reaccionan cómo los demás clientes del bar, pero afortunadamente siempre hay algún que otro "Alfredo" para defender sus principios y valores humanos.

Un abrazo para los dos,

Mar Cano Montil dijo...

Querida Milagros:

¡tu pluma nunca decepciona!!

¡Qué final tan amargo, cruel y real para otro héroe del siglo veintiuno descubieto en las postrimerías de su último hálito, tan henchido de coraje como de injusticia!

Enhorabuena.

Un abrazo y buen fin de semana

Pugliesino dijo...

Escalofriante relato, pero mucho mas escalofriante es el hecho de que lo sucedido sucede en la realidad.
Hola! Enhorabuena por tal maravilla de narración.
Esa despreciable actitud del "no querer saber nada" de la gente saliendo del local, y la cobarde del dueño del bar, de igualar a Alfredo con el chusma (aunque por duro que parezca ambas comprensibles) son las que hay que desterrar de esta sociedad.
El miedo a la muerte es humano, pero miedo es lo que deben sentir todos los maltratadores, miedo tal que no les quede mas que arrastrarse como una alimaña en una celda para siempre (algunos llegan a suicidarse,aunque suelen fallar).
Personas como Alfredo, Jesús, son nuestros héroes anónimos.

Un abrazo

milagros dijo...

Mar, Carlos,gracias por vuestras palabras.
Buen fin de semana.

Marien dijo...

Triste historia que se repite todos los días, y aunque parezca mentira siempre hay alguien dispuesto a defender a una mujer aunque salga perjudicado.
Muy bien contado y las descripciones son muy buenas.

TitoCarlos dijo...

Todos tenemos un Alfredo dentro, agazapado, asustado, porque no sabe como reaccionará si se da el caso...

Buen post. Nos hace pensar.

Un beso,

milagros dijo...

Hola Marien, Tito Carlos.
Comparto vuestra opinión.
Un abrazo

blog familia gomez de rivera dijo...

historias redondas. Lo he leído, con esta, tres veces y siempre encuentro algo nuevo que no había observado y siempre acabo con el vello de punta. No, no es el argumento -historias como ésta las leemos u oímos a diario- es como lo plasmas tu que siempre me emociona. Los giros: "siente en su costado derecho las entrañas de la hoja afilada de la navaja...." me encanta, no siente sus entrañas heridas, sino las de la navaja -realmente inexistentes, pero profundas- sus entrañas, las de Alfredo y las de frio hierro en íntima y dolorosa amalgama. GENIAL

milagros dijo...

María, gracias por estar siempre ahí. Me ha emocionado tu comentario, me he sentido halagada.
Un besazo.

Anónimo dijo...

Ufffffff... Qué intenso!!! Me dejaste frío.

Te salió excelente!! Te felicito.

milagros dijo...

Salvador, me alegro que te haya impactado, gracias.
Un saludo

Miguelo dijo...

holaaaaaa te enlazo en mi blog ok? asi te leo mas comodo. muak

Miguelo dijo...

aiba si ya estabas!!! jajajajaja
creia q solo te tenia en el reader jajaja

milagros dijo...

Miguelo, todavia estás pensando en tus superpoderes??? jejeje
:=)
Un abrazo

Mar Cano Montil dijo...

Milagros, cariño:

Pásate cuando puedas por mi blog, tienes un premio, si no te gusta, no pasa nada, ¿vale? pero por lo menos le echas un vistacillo.

Lo publiqué esta mañana y ¡error! como tu blog no lo tengo por seguidores, sino enganchado en mi lateral, al dar a "copiar y pegar"
¡no salió el tuyo!
perdón, perdón y perdón.
Menos mal que me he dado cuenta ahora.

Un besote, espero que te guste.

Marien dijo...

Hola Milagros,
Te felicito igualmente por tu premio. Yo no sabía ni que existían premios a los blogs, así que estoy un poco verde en lo que hay que hacer con ellos. Siempre es grato que te premien por tu amistad.
Abrazos premiados

Mar Cano Montil dijo...

¡Milagros, me alegro de que estés de vuelta en la blogsfera de nuevo... se te echó de menos!

BIENVENIDA y gracias por ser tan rauda en pasarte por mi rinconcito salado,

Un abrazo para mi rosa prefe.

;=))

milagros dijo...

Marien y Mar, sois un volcán de cariño y amistad bloggera. Me siento feliz sabiendo que siempre estáis ahí.
Un abrazo muy muy fuerte.

Io dijo...

Con lo fácil que hubiese sido que TODOS se hubiesen enfrentado a él.

Los cobardes sólo se atreven con el más débil, pero si TODOS le plantan cara, sale corriendo.

Eso es lo que deberíamos hacer cada vez que sucede una situación como esta. TODOS. UNA PIÑA!

Por algo se dice aquello de que "Son pocos y cobardes". Escribí una entrada al respecto. Nosotros siempre somos más, pero nos falta unión y solidaridad.

Hola guapa! Tu relato es magnífico, muy conmovedor y, lamentablemente, muy real. Me alegro un montón de estar nuevamente en contacto contigo.

Un besazo!

milagros dijo...

Io:
Te tengo "linkada" en mi blog, ahora ya no te perderé.
Estoy encantada de volverte a encontrar.
Te mando un fuerte abrazo.

Alosia dijo...

Vaya historia; dura , terrible y real.Todos sabemos que existen Alfredos, camareros, clientes y parejas asi...

Saludos. Alosia.